Netanyahu, el rostro de una era agotada

La creciente aversión popular y las manifestaciones en contra del primer ministro israelí sugieren que su futuro político está al borde del colapso.

Por Héctor Brondo (*)

El futuro político de Benjamín Netanyahu parece estar haciendo equilibrio sobre una cuerda floja cada vez menos resistente. La predicción Marcelo Sternberg -doctor en biología cordobés egresado de la UNC y que desde hace décadas ejerce la docencia en la Escuela de Ciencias Vegetales de la Universidad de Tel Aviv-, sobre la caída inminente del primer ministro israelí después de la guerra, resuena con una fuerza creciente. En un contexto donde la tensión y el sufrimiento han alcanzado niveles extremos, no parece haber espacio para líderes que no logren transmitir esperanza o unidad. Y ahora, con la tregua en curso entre Israel y Hamas -mediada por Estados Unidos- el desgaste de Netanyahu parece haberse acelerado.

Una multitud abucheó a Netanyahu este fin de semana en Tel Aviv. Se agotó la paciencia.

La pausa en el conflicto ha permitido que el foco de la atención pública no sólo ponga el foco en el probable desenlace de la guerra sino también al liderazgo político; y la evaluación de lo que se observa en este punto es implacable.

La escena de este fin de semana en Tel Aviv, cuando colonos israelíes abuchearon repetidamente el nombre de Netanyahu durante el discurso del enviado estadounidense Steve Witkoff, es una muestra clara de este clima de rechazo. Cada vez que Witkoff intentaba elogiarlo, la multitud lo silenciaba con abucheos. Esto no solo refleja un descontento profundo, sino también un deseo urgente de cambio.

La caída está cerca

Netanyahu, un líder de larga trayectoria, está siendo visto como el rostro de una era agotada, marcada por el estancamiento y el conflicto. La falta de resultados concretos en seguridad y estabilidad ha erosionado su apoyo incluso entre sectores que antes lo respaldaban con firmeza.

Que incluso un enviado de una potencia aliada como Estados Unidos no pueda mencionar su nombre sin generar rechazo muestra hasta qué punto ha perdido legitimidad. La demanda por pasar la página es palpable, y aunque el probable desenlace de la guerra sigue en el centro del debate, el final político de Netanyahu parece no sólo inevitable, sino cercano. La sociedad israelí está lista para una nueva etapa, con líderes capaces de reconstruir tras la tempestad de una guerra devastadora.

(*) Periodista.

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