
Desde que asumió la presidencia en 2017, Donald Trump ha dejado una marca indeleble en la relación de Estados Unidos con Latinoamérica. La serie de medidas anunciadas antes de retornar el poder y adoptadas por su administración desde el primer día de su segunda jefatura política del Estado, entre las que se incluyen nuevas amenazas arancelarias y el endurecimiento de las políticas migratorias, refuerzan una postura nacionalista y beligerante que no sólo pone en jaque a los países vecinos, sino que también genera incertidumbre sobre el futuro de la región.
Trump reiteró este martes, no bien recibió las llaves de la Casa Blanca, donde fijará domicilio laboral hasta enero de 2029, que el 1º de febrero próximo impondrá nuevos aranceles de hasta un 25% a las importaciones provenientes de México, su principal socio comercial.
Esta medida, que podría sumarse a las tensiones previas derivadas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), amenaza con desestabilizar aún más las relaciones comerciales en América del Norte, justo cuando los tres países intentan superar los retos de una recuperación económica pospandemia de Covid-19.
Desde que asumió la presidencia en 2017, Donald Trump ha dejado una marca indeleble en la relación de Estados Unidos con Latinoamérica. La serie de medidas anunciadas antes de retornar el poder y adoptadas por su administración desde el primer día de su segunda jefatura política del Estado, entre las que se incluyen nuevas amenazas arancelarias y el endurecimiento de las políticas migratorias, refuerzan una postura nacionalista y beligerante que no sólo pone en jaque a los países vecinos, sino que también genera incertidumbre sobre el futuro de la región.
Trump reiteró este martes, no bien recibió las llaves de la Casa Blanca, donde fijará domicilio laboral hasta enero de 2029, que el 1º de febrero próximo impondrá nuevos aranceles de hasta un 25% a las importaciones provenientes de México, su principal socio comercial.
Esta medida, que podría sumarse a las tensiones previas derivadas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), amenaza con desestabilizar aún más las relaciones comerciales en América del Norte, justo cuando los tres países intentan superar los retos de una recuperación económica pospandemia de Covid-19.
Migrantes en vilo
Mientras tanto, en la frontera sur de Estados Unidos, la situación migratoria se complica con cada decisión ejecutiva del presidente. Por caso, CBP One, una aplicación que facilitaba el ingreso legal de migrantes a través de citas programadas, fue suspendida este martes, sin previo aviso. Este sistema había sido fundamental para miles de venezolanos, haitianos, cubanos, mejicanos y peregrinos desesperados provenientes de otros países de Latinoamérica y del Caribe que confiaban en la posibilidad de regularizar su situación en la principal potencia económica y militar de Occidente. Ahora, esos migrantes, que llegaron con la esperanza de una nueva vida, se encuentran en su gran mayoría hacinados en la frontera, entre la desilusión y el miedo.
La desaparición de CBP One no es un hecho aislado; se inserta en una política migratoria que busca, por un lado, frenar el flujo de personas hacia Estados Unidos y, por el otro, fortalecer las medidas de control sobre la región.
CBP One es efectivamente un sistema de lotería que daba citas a 1.450 personas al día en uno de los ocho cruces fronterizos. Las personas ingresan a los Estados Unidos con “libertad condicional” de inmigración, una autoridad presidencial que el expresidente Joe Biden usó más que cualquier otro inquilino de la Casa Blanca desde que se introdujo en 1952.