Ayer, Cosquín celebró con emoción los 100 años de su entrañable Puente Carretero, rebautizado como Puente Hernán Figueroa Reyes en honor al “Cantor enamorado”. Más que un simple viaducto, este puente es un símbolo vivo de la identidad coscoína, donde se cruzan la historia, la vida cotidiana y el alma folklórica del pueblo.
El acto conmemorativo tuvo lugar en el Nuevo Mirador, en la “esquina donde los próceres se abrazan”. Allí, vecinos, turistas, autoridades y estudiantes rindieron homenaje a esta obra centenaria, no solo como una estructura funcional, sino como un emblema afectivo. La jornada, encabezada por la Junta Municipal de Historia, fue también un acto de reparación histórica: su presidenta, María Elsa Peroni, reveló los verdaderos orígenes del puente, desmintiendo la extendida creencia de que había sido construido en Francia.
Al fin se supo la verdad
Gracias a una rigurosa investigación documental, se supo que el puente fue fabricado por la empresa alemana Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg S.A., dirigida por Rudolf Diesel, y enviada a la Argentina en 1921. Fue posible su construcción gracias a la insistencia del legislador cordobés Eduardo Quinteros, quien logró la aprobación parlamentaria en 1918 tras años de postergaciones.
“La infraestructura también construye identidad, desarrollo y comunidad”.
Raúl Cardinali, intendente de Cosquín
El puente, finalizado en 1925, fue una respuesta a la urgente necesidad de conectar el norte cordobés frente a las crecidas del río Cosquín. Su estructura metálica y sistema hidráulico lo convirtieron en una rareza técnica en la Argentina de entonces.

Hoy, aunque funciona como vía de salida, su valor excede lo vial. Según el intendente Raúl Cardinali, “la infraestructura también construye identidad, desarrollo y comunidad”. A través de generaciones, el puente ha sido parte de la vida diaria y de la memoria colectiva: desde los primeros autos hasta las canciones que lo inmortalizaron.
Cien años después, el Puente Carretero sigue uniendo márgenes, épocas y sueños. Y nos recuerda que algunos puentes no solo cruzan ríos: atraviesan la historia misma.