Ahmed Abu Amsha: la música como refugio en medio del horror

Ahmed Abu Amsha transforma el dolor en esperanza enseñando música a niños desplazados en Gaza, creando un refugio entre escombros.

En el corazón devastado de Gaza, donde la guerra ha transformado la plaza Al-Jundi Al-Majhool en un campamento de desplazados, la música persiste como un susurro de esperanza. Allí vive Ahmed Abu Amsha, profesor de guitarra y coordinador regional del Conservatorio Nacional de Música Edward Said, convertido hoy en un trovador humanitario. Desplazado junto a su familia en doce ocasiones desde el inicio del conflicto, se ha aferrado a sus instrumentos como símbolo de resistencia y vida.

Desde su tienda de campaña, desgastada por el sol y el tiempo, Abu Amsha enseña música a niños desplazados. De ese gesto cotidiano nació Gaza Bird Singing, un grupo musical compuesto por pequeños intérpretes que, entre el caos y los escombros, hallan en la música una forma de sanar.

“Cantamos por la paz, cantamos por la vida, cantamos por Gaza”.

Abu Amsha, profesor de música.

Talismanes contra el horror

La vida en el campamento es una sucesión de privaciones: agua escasa, hacinamiento y miedo constante. Sin embargo, los niños se congregan para tocar, rasguear, soplar y cantar. Moein, su hijo, lleva su ney -una flauta árabe- como un talismán contra el ruido de los bombardeos. Yara, una joven violinista, encuentra seguridad en sus cuerdas cada vez que el miedo la invade.

Los niños se congregan para tocar, rasguear, soplar y cantar en un campamento de desplazados.

Para ellos, la música es más que arte: es refugio, identidad, resistencia. “Cantamos por la paz, cantamos por la vida, cantamos por Gaza”, afirma Abu Amsha. En medio del horror, su labor transforma el dolor en melodía, recordando que incluso entre ruinas, la belleza puede resistir.

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